miércoles, octubre 18, 2006

¡Dígame Valentín! (¿Por qué se fue?)











¡Gracias, muchas gracias, “Chaparrón” Paniagua!
Y por lo que hizo cuando gobernó el Perú, “no hay de queso, doctor, nomás de papas”. ¡Hasta siempre!

A pocos días de su partida de este mundo, el autor de estas líneas le rinde un merecido homenaje al ex Presidente de la República que gobernó por poco tiempo pero que sin duda será recordado por muchos años, gracias a su don de gente, a esa sencillez que todos reconocieron y, sobre todo, a esa honradez tan escasa hoy en la clase política peruana. Desde este blog, una semblanza del “chato” más famoso que llegó a ocupar el cargo más alto en nuestro país.

Escribe JORGE PAUCAR (*)

Cuando los niños en el futuro revisen los libros de historia, ¿qué quisiera que piensen de usted?, le pregunto a don Valentín Paniagua. El doctor deja el cigarrillo en el cenicero y con ese hablar pausado nos deja su respuesta eterna.

-“¡Que fui un ciudadano que , reclamado por las circunstancias, cumplió con su deber y trató de hacerlo lo mejor posible y con honradez!”.

Ese sentir me lo confesó 45 días después de que dejara la presidencia de la república, en el año 2001. Nosotros lo fuimos a buscar para una nota en el suplemento VSD, que por entonces salía los viernes con el diario La República. Para ser sinceros, pensábamos que no nos iba a atender. Pensamos que alguien como él seguramente estaría ocupado en mil asuntos, pero, con esa sencillez característica, aceptó concedernos algunos minutos para hablar del otro Valentín, del popular “Chaparrón”. Hoy que el Perú llora su partida, y luego de presenciar los homenajes que le rindieron tras su fallecimiento, estamos seguros que debe haberse ido contento porque el pueblo peruano lo evocará como siempre quiso él que lo recuerden: sencillo y honrado.

Y, a pesar de haber tenido unos últimos días difíciles, en los que luchó tenazmente para aferrarse a la vida, don Valentín, creemos se fue feliz a encontrarse con Papá lindo. Tenía vara el “chato”. Su hermana es religiosa y dos sobrinos están el Seminario. Sin ninguna duda se puede afirmar que en la familia Paniagua, todos son un pan de Dios.

-Tiene vara con Dios, doctor...
-“Sin ninguna duda, Dios nos ha ayudado en toda esta etapa (se refiere a su período como Presidente). Hay que reconocerlo y el pueblo del Perú también”.
-¿Es verdad que su padre quiso que fuese sacerdote?
-“No. Yo he sido lo que quería ser. Mi padre era un hombre muy respetuoso, muy formal, pero al mismo tiempo muy serio. Era incapaz de imponer nada”.
-Proviene de una familia muy católica...
-“Sí. Lo somos. Mi hermana es religiosa y tengo dos sobrinos que están muy vinculados a congregaciones religiosas. Y uno de ellos creo que ha de ser sacerdote”.
-¿A usted nunca lo sedujo la idea de ser cura?
-“La religión es un atractivo como el de la política que seduce a los jóvenes. En mi caso, no”.

Valentín Paniagua ya no está con nosotros. Seguro juega ahora con su mamá en el cielo, aquella madre que perdió estando muy pequeño y que le dejó una nostalgia en el alma que suponemos se le debe haber terminado al verla otra vez. “Perder a una madre es un hecho doloroso que marca mucho la vida de una persona. También en mi caso”, nos dijo.

-¿En qué lo cambió?
-“No sé si me cambió o no. En todo caso, deja un sabor de nostalgia y pena que creo que nunca se llega a superar”.
-¿Recuerda algo de ella?
-“No. Prefiero no hacer recuerdo, pero tengo memoria gratísima y emocionada siempre de mi madre”.

Pero don Valentín era un hombre de buen humor, por eso apreciaba con agrado la imitación que hacía Fernando Armas de su persona. La chapa de “Chaparrón” (aquel célebre personaje de Roberto Gómez Bolaños, de baja estatura, bigote a lo Charles Chaplin, de pantalón café y camisa beige a rayas, chaleco, sombrero y anteojos redondos) le hacía gracia. Y le trajo popularidad. En la última campaña electoral, consiguió más votos cuando apareció el muñeco del “Chaparrón”. Por cuestiones de marketing político, las bromas por el apelativo las tomó por el lado amable.

“Yo soy un hombre simple y por lo tanto, no me disgusta que me tomen en broma, desde luego manteniendo los límites del respeto a la dignidad personal”, nos dijo. La alusión a su baja estatura tampoco le preocupaba. Tenía correa el tío. “Yo nunca he tenido problemas con la estatura. Mis hermanos son más altos, y eso nunca me creó ningún complejo, no ha sido ninguna limitación para mi desarrollo personal, profesional o político”, agregó.

-Le deben haber jugado muchas bromas...
-“Por mi temperamento y manera de ser, muy pocas veces. A los amigos tampoco les preocupaba”.
¿Y a usted?
-“No. Como tampoco me preocupó la calvicie”.
-¿A qué edad empezó a perder cabello?
-Hace unos 20 años. Lo he ido perdiendo paulatinamente y hoy estoy luciendo prácticamente una calvicie plena”.
¿No usó shampoo P-lito u otro producto?
-“¡¡¡¡No!!!! Olvídalo. Creo que es una cosa inexorable.

La política fue su apostolado. Se involucró en ella desde temprana edad. En la Universidad San Antonio Abad del Cusco lideró el Frente Universitario. En dicho gremio defendió los derechos de sus compañeros de estudios. Después pasó a estudiar Derecho en San Marcos. A los 26 años fue diputado y ministro de Estado, el más joven de todos, a los 29, en 1965, durante el primer gobierno de su maestro, Fernando Belaunde.

-¿Cuándo fue Presidente, Belaunde lo aconsejó?
-“Naturalmente, Y lo hizo con su aliento permanente y su fe en que podríamos darle un nuevo rumbo a la historia del Perú y voltear una página negativa”.
-¿Presintió que podía ser presidente del Perú?
-“No. Las cosas sucedieron tan vertiginosamente que terminé siendo presidente por la inercia de esos mismos hechos”.
-¿Cómo se sintió en el poder?
-“Con la angustia de la responsabilidad que implica manejar los intereses nacionales, pero con la confianza de que podía hacerlo”.
-¿Es difícil ser presidente?
-“Lo es”.
-¿Es fácil ser presidente cuando nunca se quiere serlo?
-“Lo asumí con resolución y seriedad, venciendo cualquier temor. Sacando fuerzas de flaqueza, por cierto, asumí mi responsabilidad simplemente con el deseo fervoroso de cumplir lo mejor posible con mis obligaciones, y eso traté de hacerlo durante todo mi mandato”.
-¿Se siente un prócer de democracia?
-“He tratado de luchar por mis ideas y la democracia, y lo he hecho siempre sin alardes ni estridencias. A mí me ha tocado la suerte de estar en posiciones de liderazgo. Y las circunstancias de la vida me han llevado, a veces, sin desearlo mucho, a estas posiciones. Eso es todo lo que significó”.
-¿Almorzaba en Palacio?
-“Sólo almorzaba”.
-¿Qué tal cocinan?
-“Según dice el doctor Pérez de Cuéllar, muy mal. Y él es, sin duda, un hombre exquisito. Algunos de mis invitados compartían ese punto de vista. Yo, personalmente, no soy muy exigente en la materia. Además como alimentos de dieta.
-¿Se daba tiempo para jugar ajedrez?
-“Hace muchos años que no juego. En una época me apasionaba y jugaba muchísimo. Me hubiese gustado, sí. Mi padre fue precisamente vitalicio de la Liga de Ajedrez del Cusco y era una especie de mecenas del ajedrez, porque se pasaba la vida regalando mesas de ajedrez y fichas para promover el juego en el Cuzco”.

-¿Volverá a ser Presidente del Perú?
-“Pienso que no”.


(*) jorgepaucar2001@yahoo.com
jorgepaucar2003@hotmail.com

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