martes, octubre 17, 2006

Ovo Sapiens


Viven entre nosotros y pueden hasta acceder a altísimas posiciones. Son los huevones, entrañables personajes cuya misión en la vida es ceder el paso a otros, dejar que les roben las colas y confiar en los demás tercamente. Claro que hay un poco de huevón en cada uno de nosotros. Si no, ¿por qué cree haríamos esta crónica ? ¿Por las huevas...?

Por JORGE PÁUCAR

Pavo, lento, lerdo, ingenuo, cándido, mongo y cojudo son expresiones que nos sirven para identificar a un mismo individuo: el huevón.

El mismo tipo de rostro anodino, sobre cuya humanidad se posiciona una aureola de inocencia (para colmo, en forma de huevo) y que por el mismo hecho de estar en un eterno vaivén suele ser sujeto de más de una tomadura de pelo.

Según Juan Álvarez Vita, embajador de carrera y autor de un diccionario sobre peruanismos, dicha palabra es utilizada en América y es un adjetivo que sirve para identificar a quien es un lento, bobalicón, ingenuo.

Aunque, “el origen del término está en el huevo (de testículo), por lo mismo tiene una connotación peyorativa de huevo grande y se trata de un hombre tonto e inerte”, anota Luis León Herrera, escritor, periodista y catedrático.

Claro que otras definiciones más osadas señalan que también se le endilga con la mencionada palabra a aquel “que le pesan los huevos”, a “los que la tienen grande”, o a “los que la tienen por las huevas” (o sea, por las puras).

Sobre esta acepción del término, hay una observación del periodista Eloy Jáuregui quien sostiene con la seriedad que le dan los años (de periodista, por supuesto) de que huevón debería escribirse con “g” y no con “h”, porque, según su agudo análisis lingüístico, huevón con “h” se refiere al huevo de las aves y más bien debería ser con “g” porque el “Punto G” de los hombres son los huevos.

Discusiones etimológicas aparte, hay que indicar que antes el término más usado era el de cojudo que, por supuesto, servía para identificar al mismo personaje. Es más, el periodista y humorista Sofocleto escribió hace años un tratado sobre “Los Cojudos” y cuya obra, en opinión del autor, “aspiraba a convertirse en un volumen esencial para cualquier estudio contemporáneo o futuro de la sociedad peruana”, y bueno, aquí estamos para coju..., perdón, seguir la posta.

Por entonces, él ya decía: “¡Dios conserve la vida a los cojudos porque sin ellos, la ciudadanía de este país, a punto quedaría reducida a un puñado de conchudos! (...) Para suerte de los conchudos, el cojudo es fuerte, longevo, sano, sólido y, también, sabemos por la Historia y la experiencia que, atenta, la Divina Providencia por un cojudo muerto manda cien...”.

Pero con el transcurrir de los años, ¿habrá cambiado el sentido de esta palabra? Para tal fin fuimos en la búsqueda del humorista Nicolás Yerovi, quien un poco asombrado por el tema elegido para la conversación nos hace saber su inquietud: “¿A qué viene todo esto de conversar sobre un tema tan avícola? ¿A quiénes más has entrevistado?”. Le contestamos que es él el primero con quien hablamos. “Quiere decir que soy el primer huevón, bueno, pues, quisiera saber quiénes son mis colegas”, nos pregunta y acto seguido lanza su estrepitosa y clásica risa.

Respecto de la interrogante planteada, él nos dice: “Cuando yo tenía 14 años el término se le asestaba a quien carecía de picardía, aquel que se tragaba todos los cuentos. Pero como el orden de valores se ha trastocado, el que no roba, no estafa, no miente, no abusa del otro, ese es un huevón. Vivimos en un país tragicómico que al sujeta que respeta una luz roja le dicen: “¡Muévete, pues, huevón, ¿no ves que está en rojo?!”.

Y no solo eso piensa Yerovi, sino que se atreve a advertir que los huevones son una especie en extinción. “Es la misma realidad la que se está encargando de extinguir a la especie heroica de los huevones. Ya no existen en las esquinas ni en la política, quizás en algunos locos calatos que no pudieron resistir la galopante crisis económica. Ahora, como la gente anda tan a la defensiva, ¿quién puede darse el lujo de ser un huevón?”.

En cambio, el comunicador social Guillermo Giacosa no es de mismo parecer.

“Los huevones no se van a extinguir nunca, son un productor imperecedero porque al final todos tenemos rasgos de huevones (claro, salvo error u omisión de la madre naturaleza). El huevón es un tipo sin conciencia de sus responsabilidades. Yo algunas veces me he definido como un humanista huevón debido a mi postura frente a los acontecimientos en un mundo tan descarnado. En todo caso so y un huevón consciente (y argentino, che)”.

Pero, ¿los peruanos qué tan huevones (o cojudos) somos?

Para Luis León Herrera, la sociedad peruana hoy en día, es una sociedad anti-huevona porque hoy todos son unos pendejos. “Aunque todavía es posible encontrar huevones. El término se ha hecho tan universal que hasta las mujeres se huevonean”.

Otro quien no es chauvinista es Eloy Jáuregui, para quien el hecho de que esa palabra sea un peruanismo no quiere decir que “solo los peruanos seamos huevones (bueno, mal de muchos, consuelo de huevones), los hay y de todas las naciones. En la realeza existen desde Luis XVI hasta el Príncipe Carlos, porque para dejar ir a una mamacita como la Lady Di, hay que ser bien...”.

Muy al margen de los huevones universales, ¿quiénes pueden ser considerados huevones hoy?

“Hace años, por ejemplo, Sofocleto tuvo el acierto de instaurar un premio concedido al `Huevón ilustre´ y cada semana se lo dedicaba a personajes de la política, el arte, la farándula. Ahora también se podría dar ese premio”, expresa temerariamente Luis León Herrera.

¿Y a quienes se los daríamos?

Eloy Jáuregui cree que el huevón de hoy es aquel que no aspira a ser un empresario de Gamarra. “Aunque hay huevones célebres. Uno de ellos es Luis Flores, un tipo que fundo junto a otros huevones, al mismo estilo que Mussolinni, el Partido Facista en el Perú; lo son aquellos de apellidos rimbombantes como los Pérez del Río, lo fue Belaunde, quien creyó formar un Partido político y formó un club llamado AP que no es otra cosa que una “Locademia de política” y ni qué decir del “Popy” Olivera”.

Quien también ha conocido así en la radio y la televisión es Guillermo Giacosa. “Conocí uno que era director de radio y ¡qué huevón! Fíjate que había sacado el baño porque producía olor y encima decía que a su radio iban a trabajar y no para hacer sus necesidades”.

Pero si bien el término nació así como una connotación sexual hoy se ha convertido en una interjección . Por eso todos dicen sin ninguna palta ¡Hola huevón!, ¡ta´que huevón!, o el cariñosísimo “vamos mi huevoncito”.

Pero, ojo, huevón puede ser cualquiera y en cualquier circunstancia. El lector que lee estas huevadas para pasar el rato o el periodista que escribe las mismas tomándoselas en serio. ¿No lo cree usted, querido amigo hue..., perdón, lector?


(Publicado en la revista VSD del diario La República, el viernes 5 de enero de 1996)

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